martes, 26 de octubre de 2010

Malena.

Cada mañana Malena se levanta con el segundo llamado del despertador, va al baño con los ojos aun entrecerrados, se lava los dientes y abre la ducha, entra aún sin terminar de coordinar sus movimientos y se va despertando de a poco bajo el agua que la empapa, comienza lavando su cuerpo y sigue con su largo cabello rubio, al finalizar, cierra la ducha y envuelta en una toalla se dirige nuevamente a su habitación donde empieza a vestirse, cuando se ha colocado ya la ropa interior va hacia la cocina y pone a calentar el agua para su café. A todo esto aún no tiene noticias del mundo que la rodea, esta sola, como cada mañana. Vuelve a su dormitorio apurada, porque como todos los días se le hace tarde, se viste y vuelve a la cocina a tomar su café.
Se sienta frente a la computadora, con su taza y un cigarrillo, abre su casilla de mensajes, pero no hay novedades, salvo alguna vez que encuentre algo de spam. Se maquilla, solo lo necesario para no parecer un zombie y sale a la calle, al doblar la esquina ve como su colectivo se escapa, otra vez, y se resigna a esperar sentada otros veinte minutos, acompañada solo por sus cigarrillos, a que su transporte vuelva a pasar. Llega a la oficina, y la única conversación que tuvo hasta ese momento a las ocho de la mañana, cuando hace ya una hora y media que esta levantada fue con el chofer del colectivo, y lo más triste aún es que solo dijo, uno con cincuenta por favor. 
Ya en la oficina, solo la saludo el portero con un "buenos días" y Malena ya esta ubicada en su escritorio frente al computador. En la habitación de colores pasteles, solo se pueden observar post por cada rincón, que ella sin emitir ni una sonrisa va despegando y tipiando en las planillas correspondientes.
A las doce en punto, ni un minuto más, ni un minuto menos, se retira de la oficina y va hacia el comedor donde todos sus compañeros comparten la comida, toma su ensalada de la heladera, mientras todos los que están allí se callan por su presencia y se miran complicemente. Con la ensalada y su vaso de agua vuelve a la oficina donde come y sigue trabajando. Se lamenta, ya son las cuatro, hora de regresar a casa, en soledad otra vez. cuando termina de guardar sus cosas en la cartera, hace una parada en el baño y sigue su camino. Al llegar a la puerta del edificio, nota que si, llueve, lo único que le faltaba a ese día, tan triste como todos los demás. No se preocupa si quiera por tomar su paraguas, y sale caminando bajo las gotas de lluvia que a cada paso eran más, antes de pasar por la parada nuevamente va al mercado y compra algo de carne para la cena, y un paquete de galletitas por si cuando vuelve a casa tiene visitas, pasa por un puesto callejero, donde un joven vende películas en dvd de no muy buena calidad y lleva dos. Ahora si, luego de comprar casi todo lo necesario va a tomar el colectivo, para volver a casa. Al bajar del mismo, hace una parada en el quiosco y compra dos atados de cigarrillos y un chocolate, es que si su hermana y su sobrino la van a visitar quiere tener algo para el pequeño. Sigue su camino y llega empapada a su "hogar" donde se cambia y revisa los mensajes del contestador, mientras sarcásticamente repite a la par de maquina "usted no tiene ningún mensaje nuevo".
Esta vez pone la carne al horno, en mínimo para que se cocine despacio, y se prepara para tomar unos mates, prende un cigarrillo y abre la heladera para poder guardar el chocolate que compró para el pequeño, es ahí cuando se da cuenta que la misma estaba llena de golosinas para el niño. Lo guarda igual, pensando en lo ilusa que es. Abre el libro de auto ayuda que eligió esta semana, y se pone a leer, entre cigarrillos, mate y soledad. mientras tanto el mundo seguía girando, no se iba a detener, pero ella hacia rato que se quería bajar. Levanta el teléfono, e invita a su madre a cenar, pero ella  tenia planes esa noche, como tantas otras atrás. Llama a su hermana, quien argumenta estar muy ocupada para hablar, y dice que luego la va a llamar, pero Malena se sentó junto al teléfono con sus cigarrillos una vez más, y su hermana no volvió a llamar. Ceno y fue a la cama donde miró alguna tonta película de amor, sabiendo que a ella eso jamas le iba a pasar, y pensando en la hipocresia de los cuentos color rosa, que en ese momento eran lo único que le llenaba el corazón.

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